martes, 13 de marzo de 2012

Aquél inconcluso puzzle.

Espera, no sigas preguntando, no sigas buscando soluciones. Te responderé yo, te diré qué es (qué fue, qué será) lo nuestro. Pero no corras, no huyas de la verdad aunque la temas, sabes que soy yo la única que te la puede mostrar.
Lo nuestro, mi vida, es un puzzle con ilimitadas piezas.
Así es. Comenzó en el momento que los dos volcamos la caja en un suelo de cristal, con los ojos brillantes, como dos niños el día antes de reyes. Nos embargaba la ilusión de la novedad, la esperanza de verlo completo. Era un sin fin de pequeños recortes desiguales, sin numero, sin manual. Recuerda. Lo supimos en el momento que planeamos terminarlo, iba a ser un trabajo a tiempo casi completo. No podía haber abandonos o aquello quedaría inacabado, imperfecto.
Fue exactamente una rutina de doce meses, rutina en la cual perdimos el interés más de una vez, dejándolo de lado como un muñeco viejo. Volvíamos, cuando tocábamos fondo, arrepentidos al punto de partida para colocar alguna ficha. Eso se convirtió en algo casi diario, como si se hubiese filtrado en nuestras vidas la desgana. Ya no era trabajo, se metamorfoseó en un juego. Y los juegos en el amor, como en todo, conlleva perdedores y perdidas.
Acordamos dividir aquél inconcluso puzzle en dos mitades e ir ganando tiempo cada uno por su lado. Gran, gran error, que pagaríamos caro. La distancia nunca es amiga de los amantes. Pero el peor alejamiento no lo sufrimos en kilómetros sino en latidos. Dejamos de escucharnos, de vernos, de comprendernos. Como dos desconocidos compartiendo un enorme sentimiento. Casi sin darnos cuenta nos utilizábamos para matarnos, para acabar con aquellos hilos que fuertemente nos ataban. Salimos de ello como soldados heridos de guerra, sin eliminar nuestro supuesto contrincante, pero golpeados, mutilados hasta lo más hondo. ¿Duele verlo de ese modo, no es cierto? Pero no acaba ahí. Todo acto tiene consecuencias, y las nuestras se reflejaron en ese precioso rompecabezas que unía nuestros caminos. ¡Estaba destrozado! Como si nuestras manos jamás hubiesen contribuido a su finalidad. Nada, no quedaba nada de días dichosos.
Vimos nuestros esfuerzos reducidos nuevamente al desorden, a la confusión. ¿A qué obstinarse si solo quedaban culpas sin destinatario? Eramos tan ciegos, tan estúpidamente confiados de nuestro criterio, que nos desentendimos de eso por lo que habíamos lidiado. Pensábamos, seguros de nosotros mismos, que ya llegaría otro puzzle con menos sacrificios. Y ahí quedó, entre mezcolanza, nuestros sueños de verano. Nuestra utopía repleta de fe en un nosotros, en un nuestro.
No caímos en la cuenta de que aquel desbarajuste no cancelaba las ilusiones, sólo retrasaba el destino. Ese que tallaba nuestros nombres en una corriente de aire, que inevitablemente, nos haría volver al lugar del otro.
Pero cielo, pasé tantas horas observando aquél enredo, aquella anarquía de dos malos representantes de Cupido, que mi corazón se secó. Estaba sola, perdida, intentando encontrar tus pisadas sin éxito.. que se reseteó todo mi interior, me borré de tal forma que quedé contrahecha con la carencia de tu calor. En ese instante cambió tu puesto, tu lugar en mis prioridades bajó vertiginosamente. ¡No pongas esa cara de horror! Puedes solucionarlo, está en ti cambiarlo. No has perdido valor, sólo la posición. Por eso te imploro que abras los ojos, por favor, todavía estamos a tiempo.. te estoy demostrando que te quiero con o sin despedidas, con o sin orgullo. ¡Actúa! no guardes tus deseos para que se conviertan en perdidas.
Ahora, en este presente, tenemos la oportunidad de remendar los jirones. De retomar y colocar las piezas que nos salven, que nos curen de aquél ayer. Nadie nos puede prometer que lo completemos, pero merece la pena hacerlo si estamos juntos. Para ello te ofrezco mi mano para guiarte, mi espalda para apoyarte, mi felicidad cuando te hundas.. Esto será difícil de recuperar,lo sé, y también comprendo que una relación es una lucha de dos. Pero no entre nosotros, soy tu aliada, recuérdalo siempre.
Ahora bien, ya no puedo hacer más, lo dejo en tus manos.
Te doy el sitio que siempre te perteneció, ¿estás dispuesto a ocuparlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario