lunes, 12 de marzo de 2012

Hielo y fuego.

Igual se enamoró de la persona que creía que era, y no de la que era en realidad. Igual. Hielo y fuego. Igual él tenía razón. Nunca el fuego podría encontrar su lugar al lado del hielo. Aunque para ella, sólo ésa era la combinación perfecta para obtener agua y nunca morir de sed. Pero igual, sólo pasaría frío a su lado. Sin embargo, más frío pasaba sin él. Los hechos hablan más que las palabras, y el hecho era que cuando callaban durante dos días parecía que habían pasado semanas y, el fuego, sin la presencia del hielo, se iba apagando poco a poco pues ya no tenía ningún motivo para existir. Afortunadamente, nunca se apagaba del todo y siempre quedaban cenizas de las cuales resurgir. Era difícil pero igual que su cerebro tenía la asombrosa capacidad de convertir una pequeñísima idea en una gran historia, también tenía la capacidad para invertirla, aunque ésta costara el doble, porque reducir el 90% de sus pensamientos a la nada era tan duro como sobrevivir sin él. A veces lo conseguía, pero otras veces era inútil, sus fuerzas fallaban y se desvelaba en busca de una luz roja.

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