lunes, 12 de marzo de 2012

Siempre nos quedará París... ºº

Ni un año juntos, ni un mes, ni un día, ni una hora, ni un minuto, ni un segundo, ni un beso, nada. Pero ahora que te has ido esta sensación de vacío llega hasta el último rincón de mi cuerpo y noto un nudo en el estómago, que ya no puede ser por la resaca. Y me acuerdo del principio de esta historia, esta historia que empezó sin querer, sin buscarlo, como por arte de magia, como tiene que ser, y aún sabiendo que no podía acabar de otra forma, algo hacía que no pudiera alejarme de ti. Imanes. Cada día peor y mejor, locura todo el tiempo. Contradicciones en mi cabeza, la conciencia. Pero la esperanza es lo último que se pierde y como una ilusa mi esperanza crecía más y más. Hasta hoy que te has ido y te has llevado contigo mi esperanza y una parte de mi, ese trozo de corazón que conquistaste. Por eso duele tanto, porque aunque no hemos compartido nada, yo te lo regalé aquel día, cuando empecé a escuchar esa canción “Susususu”... Y sé que escuchar tus firmes palabras ahora es lo más duro, pero es lo mejor, porque yo ya no hubiera podido calmar lo que sentía y el final habría sido el mismo, pero más doloroso aún. Y sé que, aunque ahora esté a tres metros bajo tierra, hay cosas peores en esta vida, y el tiempo todo lo cura. Y sé que, aunque ahora no puedo evitar sentirme así, llorar siempre ha sido una señal de que estamos vivos, desde que nacemos y tú me has dado vida, así que algún día de estos, poco a poco, me levantaré y brillaré, porque no estoy sola, porque sé que te importo y porque todo pasa, y hay que aceptar que hay personas que no son para ti, aunque lo parezcan. No hay que esperar a que deje de llover, hay que aprender a bailar bajo la lluvia y mientras haya música bailaré con mis grandes amigas hasta el apagón. Y dentro de un tiempo, me reiré contigo de esto. Espero. Así que aprende a sonreír, aunque quieras llorar… porque la vida da muchas vueltas, te recompensará como te mereces, el destino está escrito y no hay momentos inoportunos para nada. Es verdad, puede que aquel día no fuera el mejor momento para que la chica del pantalón blanco se cruzara en tu camino, o para que tú te cruzaras en el suyo, pero así fue y me alegro… “Como si hubiéramos ganado por habernos conocido”.
Y sí, ya te estoy echando de menos.

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