Las cartas que no recibiste por mi cobardía al no enviártelas, por mi miedo a que no quisieras saber de mí.
Mil cosas reducidas a un trozo de papel que nunca llegaste a leer porque nunca han llegado a salir de la caja donde guardo todos los recuerdos para llegar a tu buzón.
A lo mejor no son cosas importantes e igual ya han perdido gran parte de su valor, pero para mí era importante que lo supieses.
Mil sentimientos y cientos de emociones que hoy ya no son más que las cosas que, aunque las leyeses en mi mirada cada noche, nunca llegué a decirte.
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