viernes, 30 de marzo de 2012

El mundo está lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas

No me preguntes ni el cómo, ni el cuándo, ni el dónde me pude dar cuenta de que tú, desgraciadamente, fuiste el chico de mis sueños, aquel con el que todas soñamos y que nunca creemos que pueda llegar. Si, fuiste aquel que, tras dos simples días conseguiste enamorarme y al que tras dos dolorosos meses, seguí sin poder olvidar. Que, aunque no recuerde su voz, ni mis labios recuerden como sabían sus besos, ni sus te quiero suenen en mi cabeza o aparezcan en ningún sms, ni mi cuerpo recuerde como era sus abrazos (si, esos que solo con pasar un brazo por detrás mía me hacían sentir bien), ni siquiera pueda recordar como de bonitos eran sus ojos cuando miraban a los míos, nunca podré dejar de compararle con nadie. Porque, cuando alguien que no sea él me abraza, me mira, me besa, me habla, o me dice un te quiero, no puedo evitar pensar en como me podía sentir yo al estar a su lado y como, finalmente, me siento cuando lo hace cualquier otro.
Y aunque nadie lo crea, yo ya no pienso en ti como lo hacía antes, ni siquiera pienso en quererte, ni tampoco en besarte, porque se que nunca me podrás hacer sentir como me hiciste sentir en ese tiempo en el nosotros creamos nuestra propia historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario