sábado, 28 de abril de 2012

Paréntesiseleparéntesis.~

Odio esas malditas películas románticas donde todo es tan bonito. Donde la chica es perfecta: sonrisa perfecta, cuerpo perfecto, corazón inmenso, rubia, ojos grandes y azules. Tez blanca y suave. Con millones de virtudes y ningún defecto. Donde el príncipe azul es aquel chico rico, de ojos verdes, rubio, con una familia encantadora, con millones de sueños por delante, prepotente pero cariñoso. Donde la historia empieza bien y acaba bien. Donde dos personas piensan que todo el amor se ha acabado por un simple rasguño: no. He visto mejores historias. Estoy harta de películas románticas con finales felices, por existen películas, historias maravillosas con finales tristes. No hables mal del día hasta que llegue la noche. Odio esas películas donde el amor es precioso, donde no existe el orgullo, los prejuicios. Donde da igual si pasan veinte, treinta, cuarenta o cincuenta años, que el amor perdura. Donde se rompe una relación y siguen siendo amigos. Donde el bueno gana, y el malo se arrepiente. No. ¿Sabéis qué? Que las mejores películas de amor son las que conoces al hombre equivocado y crees que es el primer amor, pero que después creces y te enamoras. Y eres esa chiquilla de quince primaveras, a quien todo el mundo toma a broma. Y entonces tienes tu primer amor no correspondido. Y es que esas son las mejores historias de amor. Donde la chica imperfecta: la morena, la de ojos marrones, la que no tiene un cuerpo perfecto. La que tiene miles de errores y se tropieza mil veces con la misma piedra, está enamorada del chico aquel, que no es ningún príncipe de esos que le enseñaron a través de cuentos cuando era pequeña: ese chico simpático y divertido, gracioso y extrovertido, con ojos marrones también, con pelo castaño y una voz dulce. Con sus manías y defectos, que sólo se fija en esas chicas perfectas: guapas, con el pelo rubio y largo, de ojos grandes y con cuarenta kilos de maquillaje. Con un cuerpo diez. Esas chicas que todo lo hacen bien, con unos padres ricos, una casa perfecta, que su único problema es que se le haya corrido el rimel. Esas son las verdaderas historias de amor, pero nadie le da importancia. No quiero más historias perfectas porque en mi vida no existen. Siempre seré esa chica imperfecta, enamorada de ese chico especial, pero que lo hacen imposible miles de chicas mejores que ella. Que da igual que no te falte esperanza. Que con ese amor imposible aprendes a amar. Y entonces te conviertes en esa chica de quince primaveras, enamorada del primer amor que durará para toda la vida. Porque sé que el mejor amigo es el imposible, el que más valoramos. Estoy harta de que me digan el prototipo de mujer. NUNCA SERÉ PERFECTA. Tengo millones de defectos y sólamente diez virtudes. Y nueve de ellas son quererte. La que queda, conocerte.

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